El pinche children

A pochi marimba


El pinche children descorazonado y acodado frente a su pantalla re-lee sus poemitas cursilones, su inutilidad maravillosa (sólo para él, claro está, para su propio dizque regodeo), porque le permite pasar el tiempo sin la desazón de aquella pesada humedad que le deja la oficina de emplastos cervicales. Uno de los únicos problemas del pinche children es que espera demasiado, alguna etérea señal, de las emplumadas que le atraen. Una sonrisa, un aleteo especial, dedicado sólo para él, y se pregunta si acaso eso existe. El problema del pinche children es que ha alejado de su desplumado espíritu la noción de esfuerzo que late en cada acto animal —el pinche children es un animal, de niño fue topo, de adolescente murciélago y de adulto ya nadie sabe—. Esto se relaciona con el acto de conseguir pareja. La hembra puede aparecer como regalo de los dioses y él, como le sucede con todas las suaves y ebúrneas emplumadas, puede pasarse horas contemplándola, imaginándola en otros trances; es decir, desplumada y bajos sus patas y aleteos. E ahí el problema mayor, porque el hecho de proyectar la imaginación junto al deseo sobre la susodicha, lo lleva a generar una serie de expectativas que, obviamente, el objeto de su deslumbramiento no tiene por qué cumplir o realizar. Y así se estrella. Es que el pinche children nunca ha leído a Epícteto, porque sino sabría que la voluntad del otro no depende de él. Tonto es.

2 comments:

Anonymous said...

Ah, q puedo decir, me gustó mucho este del pinche children (aunque no entiendo el plural). A veces quiero encontrar uno de esos tan solo para hacernos compañía, pero también me da miedo.

a.

cmp said...

Sí, lo mismo por aquí, auqnue a veces me gustaría ser como el gato de metal de charly, que ama a los extraños, por cierto, el plural es culpa de tierra sur, gracias por comentar, a.