El Turista



En Cioran conocí un viejo cascarrabias Su ternura
era hostil y su belleza sucinta Aborrecía al viscoso
género humano y sus derivados El perro con alas
de seda y el gusano pelambre de mono Mas
por piedad que por ignominia y un frágil
arco del triunfo que nadie supo ver cuando lo veían
Su indiferencia era luminosa y dejaba rastros fosforescentes
en las pieles que estrechó a escondidas de sí mismo
Por aquella primera impresión lo confundí con el loco del tarot
pero su camino no era redondo sino plano
y más bien escarpado Hacia las mañanas venenosas
me ejercitaba ante el espejo que agredía con los pulgares
en ristre a fin de seguirlo hasta la cumbre de su repudio
a imagen y semejanza de una lasciva actriz
de cine mudo a quien desposé pues amaba sin malicia

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