Muy simio

No conocí al poeta
muerto no se sabe
si en pelea de perros o de gatos
después de haber visto sus fotos
en los principales periódicos
de la ciudad no me equivoco
en decir que si me hablaba
no lo hubiera escuchado
y viceversa seguramente

Pero ahora que he leído
algunos de sus poemas —tres o cuatro
magníficos cual los cuerpos
de desnudas adolescentes—
me han dejado con el remordimiento
de no haberlo leído antes
mas no de conocerlo
ni de sentir su aliento
pesado seguramente
como una pluma
embarrada en barato aguardiente

Nocturno de Yocasta Blue

Con la ceniza de la noche
entre los dedos:
amanecer en cama ajena.

Blues del escarabajo solitario

Caminar rodando la propia sombra
en la que muy tenue en los días sin sol
nos hundimos porque en el fondo
la encontramos fuerte y oscura
como una mujer desnuda
que nos acompaña en los días de hastío

Para colarme en tus sueños

Sin lágrimas
y con una sonrisa
de niño idiota
así me dejan
tus recuerdos,
Carolina,
como envenenado
por el rubio hálito
de un cigarrillo
que fumara
acodado en mi ventana;
cierro los ojos
y tu mirada apacible
casi verde
me ilumina
con el vértigo
de las noches
estrelladas.

Avenida el pacífico

Como la sombra
que el sol dispone
al pie de los postes peregrinos,
me tiendo sobre el lomo de la cebra,
que se eriza al tacto de mi oído,
porque me gusta el silencio
de largas autopistas
onduladas por la arena,
bailar con la bulla
de un humeante corazón

Gatos


Al regalado Membrillo

Partido por la sombra del alero
el regodeado Oliver
se entrega a la pereza
entre la manzanilla
y el helecho
Membrillo
es la fruta
del abandono