Para colarme en tus sueños

Sin lágrimas
y con una sonrisa
de niño idiota
así me dejan
tus recuerdos,
Carolina,
como envenenado
por el rubio hálito
de un cigarrillo
que fumara
acodado en mi ventana;
cierro los ojos
y tu mirada apacible
casi verde
me ilumina
con el vértigo
de las noches
estrelladas.

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