Bubble meat

Es preciso reconocer que la adaptación nos llevó hasta aquí: en medio del basural abriremos nuestra tiendita de sueños; así, cuando los sentidos se amotinen no hará agua la escritura. Aunque también cabe la posibilidad de sobreestimar esta capacidad nuestra para hundirnos rápidamente —hasta tener rebosantes las orejas de tierna carnecita—; algo así como destripar en medio del sueño nuestra gentil almohada. He ahí la figura, una mordedura más, una mordedura menos, y terminar echando humo por la boca, inflando burbujas de carne al pie de la ventana, viendo flotar al viento su botón oscuro, repletas de sanguaza.

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