Apéndices





Cuando me encuentro en medio de una reunión rodeado de personas que apenas conozco, no puedo evitar sentir que algunas partes de mi cuerpo sobran. Casi siempre son los brazos. Si estoy sentado o de pie nunca sé cómo disponerlos, no sé si dejarlos en reposo, cayendo a mis costados o cruzarlos sobre mi pecho, medio anudados a la altura de mi exaltado corazón. Me digo: son ellos los que están de más en mi y no yo. Así, para terminar con esta incomoda sensación de no saber qué hacer con ellos, y a fin de darles alguna utilidad, me acerco al mozo, pero, cuando estoy tomando el salmón mis manos lo hacen con tan poca pericia que éste termina en el suelo, dando de degustar al paladar del diablo. Ciertamente el accidente lo atribuyo a la sofistificada presentación del bocadito. El segundo intento de incorporar mis sobrantes brazos a mi cuerpo se da con el mozo de los vinos. Tomo la copa sin titubeos, asegurándola con las dos manos, más éstas, díscolas ya, vierten el líquido granate sobre mi camisa celeste dejándome un lamparón oscuro, cual mancha de beodo incontinente, y todo ante las revoloteantes miradas de tantas personas que apenas conozco.


Imagen tomada de Freaks.

Nadadora de Agenor Azul e Amarelo


Para Tania, esse cara
Yo me sumerjo
y usted no me creerá
en aguas turbias
y tersas de aspas tibias
cristalinas cual orina Allí
rodeado de líquido
violáceo me despliego
malva ondeo expandida
como todos
cuando creemos realmente
en la noche y crecemos
dando mordidas
a la piel que nos abriga
de la oscuridad,
generalmente los dulces
focos infecciosos de la belleza
equilibrista, baby lonest
ninfa do asfalto.
Pero sucede
y usted no me creerá
que entrego mi cuerpo
a plazos ingratos mas resistentes
como un hueso sin roer
que el humo deshace
perto do fogo Allí, y usted
no me creerá, me encuentro
con mi chalina verde
en el ombligo del huracán
y en el pecho un gavilán

Narciso


El narciso piensa que merece ser adorado porque si él fuera otra no amaría a nadie más que a esa imagen mental que tiene, siendo él, de sí. Siendo otra se enamoraría no de sí, sino de la imagen esa que se refleja sobre las oscuras aguas de su cabeza. El problema del narciso es que no concibe la otredad. Su individualismo es absoluto, casi rozando el ideal cínico, lo que ya resulta patológico, pues el cinismo hace uso de un recetario moral basado en el cultivo de los antagonismos de lo socialmente aceptado, el anfo y dinamita que echa por los aires vacuos convencionalismos, moral de tartufos, diría el buen M. Onfray. Cuando el narciso se piensa así mismo se ve como el único ser de la tierra que merece ser regado con la adoración del otro, en ciertos casos, no precisamente por su belleza exterior, es decir, un espejismo adolescente.

De um cavalo chamado Agenor


Não amo ninguém

Eu ontem fui dormir todo encolhido
Agarrando uns quatro travesseiros
Chorando bem baixinho, bem baixinho, baby
Pra nem eu nem Deus ouvir
Fazendo festinha em mim mesmo
Como um neném, até dormir

Sonhei que eu caía do vigésimo andar
E não morria
Ganhava três milhões e meio de dólares
Na loteria
E você me dizia com a voz terna, cheia de malícia
Que me queria pra toda vida

Mal acordei, já dei de cara
Com a tua cara no porta-retrato
Não sei por que que de manhã
Toda manhã parece um parto
Quem sabe, depois de um tapa
Eu hoje vou matar essa charada

Se todo alguém que ama
Ama pra ser correspondido
Se todo alguém que eu amo
É como amar a lua inacessível
É que eu não amo ninguém
Não amo ninguém
Eu não amo ninguém, parece incrível
Não amo ninguém
E é só amor que eu respiro


*Del tercer disco de Barao Vermelho, Maior Abandonado, letra de Cazuza a quien escucho de manera obsesiva.