Zen-it

I
Amo a las arañas
Amo sus frágiles ocho patas
Amo mi candor zen es una mosca
Con la que las alimento
Como el rojo alacrán -nuestro preferido-
Lo hace de ellas
Colgadas en los rincones
En pleno cuarto creciente
Tapizado de satén rojo sangre
Su telaraña
Ni tan etérea
Ni esclava ciega de la función vacía
La deforma la opacidad la no penetración
El abstracto cascarón de la piel

II
(Una habitación de telo perenne nos acompañaba
Podíamos estar echados en un parque o en el baño
En la fiesta de algún amigo buscando la incandescencia
Con nuestras raídas pieles y su sed de varios cuerpos)

Dialogo entre cómico ambulante (chancadito-de-piedra-pómez) y bala de fuego

— ¿Y quién te gusta?, le preguntó bala de fuego zumbando ardientemente como un chupajeringas.

— Me gusto yo que es otro y muchos a la vez, dijo chancadito de piedra pómez, mientras se miraba en el reflejo de su propia orina,  y sobre todo, me gusto yo porque se parece tan poco a mí, agregó, por eso quiero ser un héroe, quiero sacrificarme por causas nobles como la soledad.

—Todos sacrificamos algo y tu sacrificio es el más común y vulgar porque todos lo hacen, dijo bala de fuego.

—Mi flacura es mi sacrificio también y solo me da la posibilidad de dos lados sucedáneos , el norte y el oeste, replicó Chancadito con cierta sensualidad, agregando:

— Además, mi alma es de papel cebolla,  puedes ver a través de ella, la soledad por el silencio, quizás deberían ser sinónimos, ¿no?.

— ¿?...

— O nombres de gatos y gatas persa...

— ¡Quiero un gato!, dijo súbitamente bala de fuego.

— No creo que sea conveniente, objetó chancadito.

— Acaso crees que no merezco ni un gato por mi estilo de vida, exclamó entre ofendida y coqueta bala de fuego.

— Probablemente te abandone por un hogar menos estoico, continuó chancadito de piedra pómez tomando las manos negras de bala de fuego, y te va a odiar y tendrá pesadillas contigo y luego intentará matarte mientras duermes plácidamente entre sus brazos, ves, o sea por tu seguridad, mejor no tengas novio, perdón, digo gato.

Leporelo blues

Sudo migas de pan y no son para ti, dulce mesera
sino para mis hermanos de plumas grises y mojadas
que me siguen en fila india
cual las nubes gordas y cargadas por las huevas
sobre esta miserable ciudad donde nunca llueve
ni arrecia un viento malo
sólo una correcta indiferencia que me ensombrece
y me deshace en un camino de migas
sobre las escaleras y en todo lo que mi ansiedad toque
me repito sin convicción
no son para ti sino para saciar
la sed de los perdidos pasos entre la maleza
de las buenas intenciones y los deseos encharcados
de café que he dejado sobre la mesa
que has de limpiar junto a las migas de pan
que no son para ti ni tu
cuerpo
joven
dúctil
y lejano

Invocación

Hay días
en que mi más oscuro placer
apenas me arrebata
por eso
déjame
café
humeante anillo
en la boca
del estómago

Hamelin

Los niños son parásitos
menos mal hay repelente contra ellos
la mala cara
y el mal olor